viernes, 25 de mayo de 2012

¿Llamar puede matar?


He aquí la segunda parte prometida sobre aquello que no se nos cuenta. Radiaciones artificiales: mal que ni se ve, ni se oye, ni se huele; pero que atraviesa nuestro organismo impunemente. El punto está en descubrir con qué gravedad lo hacen. Os voy a mostrar una serie de estudios sobre las radiaciones de aparatos eléctricos comunes, la telefonía móvil, las señales wifi, etc.; que certifican o destruyen las teorías alarmistas defendidas por unos ¿locos?

Empezamos fuerte. Se está desarrollando armamento microondas para disolver multitudes. Grandes generadores enfocados contra las masas provocan que aumente la temperatura corporal porque esas frecuencias son resonantes con el agua y, literalmente, hacen hervir la sangre y huir a los asustados receptores.

El invento ya está listo para usarse en Estados Unidos
Y no sólo queman, sino que las ondas podrían hacernos enloquecer. Según el experto geobiólogo y divulgador Mariano Bueno, los procesos neuronales son resonantes con ondas electromagnéticas. Afirma que el cuerpo recibe señales que no sabe cómo interpretar y se generan proteínas que no deberían, “nos vamos volviendo locos” dice. Además, relaciona este hecho con casos de suicidios y problemas mentales en determinadas zonas, donde su número es mayor al resto.

Las radiaciones microondas actúan en resonancia con elementos vivos que poseen la misma longitud. Para entenderlo, si hacemos sonar a un lado de una habitación la cuerda de un violín y colocamos otro violín con una cuerda idéntica en longitud y tensión, la segunda comenzará a vibrar. En los seres vivos tenemos ejemplos, sin ir más lejos, con las avispas. En los últimos tiempos se vienen produciendo casos de desorientación (vídeo) y muertes repentinas de estos insectos y podría deberse a que no saben volver a la colmena que, recordemos, es como una antena en resonancia con las avispas. ¿No habéis leído nada sobre las extrañas muertes de peces y pájaros en todas partes del mundo? Los hay que apuntan que algunas señales, como las wifi, tienen una longitud de 10 centímetros, semejante a la de estos animales…

Millones de peces muertos en Arkansas (EEUU)
La Organización Mundial de la Salud apunta en esta dirección: los aparatos eléctricos pueden provocar alteraciones en seres humanos. La radiación que emiten altera nuestro sistema nervioso y puede dañar el inmunitario. Incluso la OMS recoge un estudio epidemiológico de 1979 (Wertheimer y Leeper) que destacaba el mayor número de casos de leucemia infantil en niños que vivían cerca de transformadores eléctricos y que fue corroborado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en 1996. Otros estudios señalaban que podría destruir melatonina, glándula que regula el sueño y que podría influir el cáncer de mama.

Cambiando de elemento, el aspecto de la telefonía es quizá el más polémico, quién sabe si por los grandes intereses que hay por medio. José Javier Medina, decano y presidente del colegio de ingenieros y telecomunicaciones, afirma que “la emisión radioeléctrica en vatios está muy por debajo de límites de seguridad. A más antenas emitiendo a poca potencia, mejor”. Y no es el único que lo piensa.

Por otro lado, existen estudios que comparan la telefonía móvil con el tabaquismo. Se habla de adicción y de que es igual de cancerígeno fumarse un cigarro que hablar dos minutos por el móvil. Además, según estos estudios, si has hablado muy a menudo con el móvil durante diez años, tienes el doble de posibilidades de tener un tumor cerebral. También se recomienda no dormir con el móvil cerca de la cabeza o cargarlo en la mesita de noche por sus supuestos efectos. Y en medio de todo esto tenemos a la OMS, que se limita a señalar que las telecomunicaciones “podrían” provocar cáncer.

El uso continuado del móvil es "posiblemente cancinogénico"
según OMS (Fuente: Quo).
En lo que sí suelen estar más de acuerdo los expertos es en que más que temer a la telefonía móvil deberíamos poner el foco en los teléfonos inalámbricos. La base del inalámbrico es microondas y está emitiendo 24 horas al día, no sólo al hablar. Son el mayor foco de radiación cotidiano, aunque no se pueden catalogar de cancerígenos. Si bien, hay expertos que ven una salvajada en dormir con las bases de los inalámbricos en la mesita de noche. Como solución, existen modelos Dect Eco que sólo emiten cuando hablas.

Para terminar, la tecnología nos ha invadido en los últimos tiempos con aparatos que, debido a su reciente nacimiento, no conocemos del todo bien sus efectos sobre nosotros. Aquí habéis podido leer lo que se viene comentando desde dos posturas diferentes. En contrastar está la base del conocimiento. Donde desde luego no está es en perseguir a científicos que no ofrezcan resultados satisfactorios para grande intereses. Según Mariano Bueno, a científicos como José Luis Bardasano de la Universidad de Alcalá de Henares o a los médicos Portolés y Gómez Perreta, del Hospital La Fe de Valencia, se les han denegado subvenciones, reconocimiento e, incluso, "se les ha hecho la vida imposible" por abanderar estudios sobre lo perjudicial de la telefonía móvil.

Lleven o no razón, se podría decir aquello de “así nos va”, permitiendo que la moneda aplaste al microscopio. Quizá la pregunta sea si podemos fiarnos de la tecnología o, más bien, de quiénes la llevan al mercado. Si tenemos en cuenta el ejemplo de los televisores de tubo catódico, desde luego que no. Eran altamente radiantes y no se dejaron de vender hasta que sus ventas no se exprimieron por completo, para dar paso a una tecnología más sana como el plasma o LED. Desgraciadamente, no sabremos las consecuencias de la tecnología actual hasta que no pasen años y se empiecen a manifestar, o no, cambios en los seres humanos. Somos bancos de pruebas al servicio de la más voraz tecnología comercial.

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